Juan es un idealista que recibe un demoledor impacto de realidad. Todo su entorno se tambalea y teme perder su empresa e incluso su vida. Le atormenta tener que elegir entre proteger su mundo y mantener sus valores.
Rodrigo es un extorsionador obligado a probar su propio veneno. Un Robin Hood desarmado frente a la decisión de luchar hasta el final o salir corriendo.
El tiempo se acaba para los dos en un tic, tac que no cesa.
Telos es el mediador que entreteje sus divergentes caminos desde un inesperado futuro. Y ese mismo futuro nos revela a un Juan y a un Rodrigo que no conocemos, tan diferentes, aunque tan cercanos.
Recuerdo (entonces yo era el niño) cómo de pronto se quebraba el cristal de la noche y erizando la piel del silencio emergía la criatura aullando y agitándose como un animal sorprendido por la realidad que procurase de nuevo el refugio del sueño...
Encuentros con lo salvaje es un canto a la naturaleza, un llamamiento a la conservación de un medio cada vez más degradado y una invitación a reflexionar sobre nuestra trayectoria como especie que habita tan egoístamente este mundo. La obra quiere despertar en quien la lea al menos un atisbo de amor nostalgia por el gran hogar que todo nos da y al que necesitamos volver a respetar. Los relatos, prácticamente en su totalidad, narran momentos vividos en España, algunos también en Galicia, tierra del autor, porque una naturaleza salvaje muchas veces se encuentra rodeando el propio hogar y porque la mayor muestra de respeto que se puede ofrecer a la Tierra es conocer el medio natural que nos rodea a nosotros mismos.
Estas piezas breves y ligeras son pequeños divertimentos literarios que nos acercan al Enrique Gil más familiar y sorprendente, y siempre un gran desconocido: un escritor más laureado y renombrado en calles, placas y estatuas en su tierra que verdaderamente leído y escuchado.
Un libro menor, pero simpático; un artefacto con vocación escolar, didáctico, pensado para quienes nunca leerán las 1.000 páginas rotundas de las obras completas de Gil.
Juan es un idealista que recibe un demoledor impacto de realidad. Todo su entorno se tambalea y teme perder su empresa e incluso su vida. Le atormenta tener que elegir entre proteger su mundo y mantener sus valores.
Rodrigo es un extorsionador obligado a probar su propio veneno. Un Robin Hood desarmado frente a la decisión de luchar hasta el final o salir corriendo.
El tiempo se acaba para los dos en un tic, tac que no cesa.
Telos es el mediador que entreteje sus divergentes caminos desde un inesperado futuro. Y ese mismo futuro nos revela a un Juan y a un Rodrigo que no conocemos, tan diferentes, aunque tan cercanos.
Recuerdo (entonces yo era el niño) cómo de pronto se quebraba el cristal de la noche y erizando la piel del silencio emergía la criatura aullando y agitándose como un animal sorprendido por la realidad que procurase de nuevo el refugio del sueño...
Encuentros con lo salvaje es un canto a la naturaleza, un llamamiento a la conservación de un medio cada vez más degradado y una invitación a reflexionar sobre nuestra trayectoria como especie que habita tan egoístamente este mundo. La obra quiere despertar en quien la lea al menos un atisbo de amor nostalgia por el gran hogar que todo nos da y al que necesitamos volver a respetar. Los relatos, prácticamente en su totalidad, narran momentos vividos en España, algunos también en Galicia, tierra del autor, porque una naturaleza salvaje muchas veces se encuentra rodeando el propio hogar y porque la mayor muestra de respeto que se puede ofrecer a la Tierra es conocer el medio natural que nos rodea a nosotros mismos.
Estas piezas breves y ligeras son pequeños divertimentos literarios que nos acercan al Enrique Gil más familiar y sorprendente, y siempre un gran desconocido: un escritor más laureado y renombrado en calles, placas y estatuas en su tierra que verdaderamente leído y escuchado.
Un libro menor, pero simpático; un artefacto con vocación escolar, didáctico, pensado para quienes nunca leerán las 1.000 páginas rotundas de las obras completas de Gil.